Esta nueva vanguardia comparte
origen y fechas con la anterior, por lo que su desarrollo es paralelo y ambas
se vigilarán de reojo en su evolución. El constructivismo, con alta carga
política e ideológica propia de la revolución rusa, pretende la unión entre las
artes, pintura, escultura y arquitectura, por lo que comparte objetivo con una
del las escuelas más famosas de la Historia del Arte, la Bauhaus.
Este hecho no
es casual, pues varios constructivistas fueron profesores o impartieron
seminarios en algún momento en dicha escuela alemana. Sus autores principales
fueron Vladimir Tatlin, El Lissitzky, Antón Pevsner y Naum Gabo. Prueba de lo
completo de este movimiento es su manifestación cinéfila obra de Eisenstein,
quien tiene en la cinta de “El acorazado Potemkin” un gran ejemplo.
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