El Surrealismo, en palabras de García de Carpi, “no sólo
propició manifestaciones ajenas a la práctica convencional de la pintura y la
escultura, como el collage, el fotomontaje o el objeto, sino que fue el
primero, además, en lanzar a la palestra el tema del compromiso del arte”. Así,
al estallar la Guerra Civil el Surrealismo se convierte en una de las
gramáticas con las que vehicular el drama y los desastres de la contienda (Luis
Fernández, Antonio Rodríguez Luna, Antoni García Lamolla o Miró),
A mi parecer no hay mejor manera de expresase que mediante el arte y si este puede ayudar y fromar una revolucion para levatar la voz contra las guerras que mejor, de tal modo
que la guerra se presenta como el escenario de su revolución, pero también
provoca el exilio de numeroso artistas.
Comienza con un manifiesto escrito esta vez por el poeta André Breton.
El término lo acuña el escritor
G. Apollinaire. Se desarrolla, como se puede deducir por las fechas, en un
periodo inestable de entreguerras en el que los intelectuales tratan de
comprender la profundidad psíquica del hombre, los sueños, lo inconsciente.
Los
escritos y teorías del psicoanálisis de Sigmun Freud aportó base científica e
ideológica, y las obras de Füsli y Blake la influencia artística. Podemos
hablar de dos tipos de Surrealismo pictórico y dos grandes grupos de pintores
surrealistas. Por un lado, los pertenecientes al Surrealismo figurativo, entre
los que se encontraban Max Ernst, René Magritte, Dalí y Chagall, quienes
exploraron el surrealismo desde una óptica de realismo formal, pues, a pesar de
sus deformidades y transformaciones, nunca abandonaron la referencia real de
los objetos.
Por otro lado, el Surrealismo abstracto contaba con Yves Tanguy,
Miró, Klee y Hans Arp. Parte fundamental esta tendencia fue la escultura.
Giacometti, Henry Moore, Alex Calder, M. Ernst y Man Ray.
Antes del nacimiento (Hans Arp)
Antes del nacimiento (Hans Arp)
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